El malestar
de la sociedad del bienestar
Por Rafael
Navarro-Valls
Ofrecemos
una nueva contribución en nuestra sección Observatorio Jurídico, sobre
libertad, cuestiones relacionadas con los derechos humanos y su relación con la
antropología y la fe cristianas, que dirige el español Rafael Navarro – Valls,
catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid,
y secretario general de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de
España.
* * * * *
A casi un
mes del inicio de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), Madrid es la ciudad
que más inscripciones ha recibido de jóvenes. Un buen augurio de lo que será
esta Jornada, que se celebra 28 años después de la primera realizada en Roma.
Es curioso que, entonces, la preocupación de los media se centró en una
supuesta devastación de las zonas verdes, a manos (o a pies) de la “horda de
jóvenes” que avanzaba sobre Roma. Uno de esos scoops catastrofistas que,
a veces, suelta la prensa para luego suspirar aliviada al comprobar que todo
quedó en una “pacífica invasión”, que alegró el corazón de los romanos y
respetó las escasas zonas verdes de Roma.
La verdad es
que estas Jornadas han sido las concentraciones más “oceánicas” que conoce la
Historia. Por ejemplo, en la celebrada en Manila en 1995 cuatro millones de
jóvenes se concentraron en esa ciudad de Extremo Oriente. En la última de
Sydney, los reunidos superaron a los asistentes a los Juegos Olímpicos
del 2000. Madrid espera entre millón y medio y dos millones de jóvenes.
¿Por qué
Dios interesa a tanta gente joven, ya sea su heraldo un Papa reflexivo de 84
años como Benedicto XVI o uno más activo como Juan Pablo II? En varias JMJ se
ha entrevistado a muchos de los asistentes sobre ese extremo. Las respuestas más
habituales han sido: 1) Nadie (ningún profesor, ningún familiar etc) me había
hablado con la claridad y exigencia del Papa; 2) No sé si estaré a la altura
ética que nos está pidiendo ; 3) Haga o no haga lo que dice, “ese señor” (por
el Papa) tiene razón .
Estas
respuestas dan la razón a aquellos sociólogos que opinan que, en este siglo XXI
, “Dios está en racha”. Es más, probablemente será “su “siglo. Lo será,
entiéndaseme bien, en la medida en que sus portavoces – que normalmente
actuarán en el contexto de las democracias, a las que parecen apuntar las
grandes corrientes subterráneas del s. XXI – sepan despertar las sensibilidades
dormidas que yacen en su trasfondo. Es sabido, que la opinión pública en las
democracias suele ser una mezcla de sensibilidad para ciertos males y de
insensibilidad para otros. Entre estos últimos, la mediocridad moral y otros
valores espirituales dormidos en el torrente circulatorio de la sociedad.
Los jóvenes
– y no tan jóvenes- que en agosto invadirán las calles de Madrid desean algo
distinto del monótono mensaje de los ideólogos de turno, que sostienen que no
hay bien ni mal: solo una densa bruma que envuelve en el relativismo moral
acciones y personas. El Papa, probablemente, dirá exactamente lo contrario :
frente a subjetivismo ético, hablará de verdades objetivas ; frente a hedonismo
consumista, insistirá en solidaridad y templanza; ante un horizonte cultural
teñido de pesimismo, hará hincapié en la belleza de la verdad.
La
importancia de esta nueva visita a Madrid de Benedicto XVI (tal vez la última
que realice a España), radica en que, en esta ocasión, sus jóvenes
interlocutores son una tierra especialmente ávida para absorber las afables-
pero enérgicas- llamadas a despertar esos valores dormidos. Desde el valor de
no sacrificar todo en el altar de la profesión (incluida la ética y el derrumbe
de sus familias), hasta poner en marcha una revolución religiosa silenciosa,
que muestre la global dimensión del iceberg de miseria espiritual que oculta
una sociedad huérfana de estímulos morales.
Lo que se
espera de la visita de Benedicto XVI es que disipe esa niebla de “malestar”,
que se oculta tras la sociedad de “bienestar”. En una palabra, ayudar a
recomponer ojos y corazones nuevos que superen la visión simplemente biológica
del acontecer humano.
Fuente:
www.zenit.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario