La respuesta
a la crisis económica: “Humanae Vitae” y “Populorum progressio”
En el origen de
la crisis económica mundial hay una evolución negativa sobre la concepción de
la dignidad del hombre: del hombre centro de la creación, progresivamente al
hombre productor, consumidor, al cáncer de la sociedad, hombre inútil y
costoso, como los ancianos.
Esta es una de
las reflexiones que surgieron sobre el tema “Consecuencia de la crisis
económica” que se realizó el miércoles 6 de julio, en la embajada de Italia
junto a la Santa Sede.
Intervinieron el
profesor Gotti Tedeschi, presidente del IOR (Instituto de las Obras de
Religión); el vicepresidente de la Cámara de Diputados de Italia, Maurizio
Lupi; el administrador en Italia de la Santander Private Banking,
Stefano Boccadoro; y el embajador de Italia ante la Santa Sede, Francesco Maria
Greco.
El presidente
del IOR sugirió lo que se puede leer en las entrelíneas de la encíclica Caritas
in Veritate. “Benedicto XVI nos dice que no tenemos que darle la culpa a
los instrumentos cuando en realidad somos nosotros que los usamos mal. No son
los instrumentos los que deben cambiar, sino el hombre. La medicina, la
economía, etc. son instrumentos, lo que los vuelve éticos o menos es cómo los
usa el hombre”.
El banquero
italiano indicó que en la introducción de la encíclica, Benedicto XVI explica
que el origen de la crisis está en nihilismo dominante y en la perdida
progresiva de los valores, y en no haber tomado en cuenta dos encíclicas
anteriores.
Es decir, “en el
origen de esta crisis está no haber respetado enteramente la vida y dignidad
del hombre (la Humanae Vitae) y el tipo de progreso que el hombre debe
seguir, un progreso ideal (la Populorum Progressio)”.
Y criticó el
actual progreso consumista y el de los últimos 30 años y peor aún gracias al
endeudamiento. Por lo tanto se ha ignorado –dijo- el hombre y su dignidad y se
ha llevado a cabo un progreso solamente material.
Gotti Tedeschi
consideró que la crisis nace de la paulatina perdida de conciencia de la
dignidad de la persona humana, lo que al final de cuentas se reduce en un
problema: “si el hombre es hijo de Dios o es la evolución de una bacteria. Y si
el fin justifica los medios y, en consecuencia, la vida no tiene sentido. La
diferencia está en que, en la visión laicista, la vida no tiene un sentido
sobrenatural”.
Hombre
“molesto”
La consecuencia
moral, explicó, es una evolución negativa de la dignidad de la persona humana:
del hombre centro de la Creación se pasa progresivamente al hombre productor,
consumidor, cáncer de la naturaleza para concluir en el hombre inútil y costoso
como son los ancianos.
Recordó que “se
apostó al crecimiento del PIB de manera consumista, es decir, con la reducción
de los nacimientos”. Así en Italia el 12 % de las personas eran jubilados,
mientras que hoy lo son el 26 %, y para pagar los costos fijos del Estado en
una sociedad envejecida se ha pasado de una presión fiscal del 25 % al 51 % hoy
en día. Y el anciano no es más soportable desde el punto de vista económico.
Así se está difundiendo la doctrina de la muerte moderna, la muerte
responsable”.
Por su parte el
embajador italiano ante la Santa Sede apuntó a un ejemplo clásico en la
relación entre ética y economía: el mercado de los bienes alimentarios.
“No hay dudas
que considerar los alimentos en el mismo plano que otro producto cualquiera,
como sucede con muchas industrias del agrobussines, mirando a la
maximización de la ganancia, lleva a una emergencia como la que se está
viviendo en escala planetaria. Se trata en este caso de reafirmar la primacía
que tiene la persona humana respecto a los negocios”, afirmó.
Precisó que ésto
“no significa ser enemigo del mercado pero entender que el mismo tiene que servir
al hombre y no el hombre al mercado”. Consideró entre los factores de la crisis
“la pérdida de identidad y de valores”.
El embajador
Greco recordó que la encíclica Caritas in Veritate indica una realidad
que no excluye la ganancia, si bien la considera un instrumento para realizar
finalidades humanas y sociales.
El
vicepresidente de la Cámara de Diputados de Italia, Maurizio Lupi, subrayó por
su parte que aún no se ha superado la crisis y por lo tanto es oportuno
preguntarse “cuál es el juicio sobre nuestras responsabilidades”.
Y añadió que “el
Papa denuncia que nuestra debilidad es no detenernos a juzgar, cuando el juicio
es lo que permite no volvernos ajenos a la realidad”.
Afirmó también
que en la Caritas in Veritate, el Papa destruyó aquel concepto que
durante años se difundió en Occidente sobre la neutralidad ética de la
economía, porque el hombre debe ser la figura central”.
Menos
reglas, más persona
Por otro lado,
el diputado afirmó que es necesario huir también del otro extremo, del
pensamiento: “más reglas, más estado y menos mercado”: “es una tentación que no
hay plantearse, especialmente si entendemos que es la persona quien es capaz de
salir de la crisis. El problema no es poner más reglas sino solicitar lo mejor
de la persona”.
Ejemplificó con
dos empresarios del norte de Italia que recibieron una indemnización por una
calamidad natural que destruyó sus empresas. Uno más anciano recibió los fondos
y cerró, otro más joven en cambio reabrió. En el segundo caso fue, dijo, porque
no podía pensar solamente a sí mismo, sino también a su familia y a los
trabajadores de su pequeño pueblo.
O sea la
conciencia de un deber más grande, vale a decir “una raíz ética condiciona
positivamente el desarrollo económico”.
“El desafío de
fondo por lo tanto es reforzar el núcleo fundamental, la familia. Las políticas
económicas que no miren ésto dividen la ética de la economía. No es una tesis
católica, si bien los católicos la proponemos con fuerza”.
Consideró que
además existe un desafío educativo. No solamente leyes o ayuda económica. No se
trata solamente de leyes o de ayudas económicas, sino de tener una concepción
propia de la persona y de la familia y de la empresa, elementos que dan vida al
fundamento mismo del actuar.
Stefano
Boccadoro, administrador delegado de la Santander Private Banking, con
datos en la mano sobre producto interno bruto, distribución de la renta y otros
indicadores, consideró respecto a Italia, (cuyos datos son similares a los de
otros países europeos), que si existe una distribución de la riqueza más
equitativa se debe a la tradición católica existente.
Criticó el
sistema de juicio de las agencias de rating, “que apuntan a la
especulación del mercado” ignorando los números sobre el balance familiar. Y
ejemplificó la situación de Italia como al de una madre endeudada con
hijos ricos.
“La poca deuda
de los hijos debe ayudar a las deudas de la madre, porque “mucho de esa deuda
fue para ofrecer servicios sociales a precios inferiores al mercado”, concluyó.
Fuente: www.zenit.org
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