Las
vacaciones son algo más que mero ocio
Por monseñor
Juan del Río Martín*
La necesidad del
descanso y la serenidad es algo que viene pedido por la naturaleza humana. En
las primeras páginas del Génesis se nos dice que: “cuando llegó el día séptimo
Dios había terminado su obra, y descansó de todo lo que había hecho” (2,2). El
mismo Jesús invitó a sus discípulos: “a un lugar solitario para descansar
un poco. Porque eran tanto los que iban y venían, que no tenían tiempo para
comer” (Mc 6,31). ¿Qué quiere decir todo esto? ¡Que las vacaciones no son un
invento de la sociedad del bienestar! Hay dos formas de vivir el tiempo
vacacional: la más potenciada por la cultura hedonista domínate es el “dolce
far niente”. Es decir, deja a un lado la cabeza, el corazón, la conciencia,
para vivir la aventura humana del capricho de moda. Otra manera es la que
propone Benedicto XVI “metiendo el Evangelio en la maleta” (Zenit 3.7.2011),
que significa convertirnos en dueños de nuestras vacaciones, saber valorarla
pero nunca mitificarla y descubrir los valores que encierra esa época del
año:
1º El descanso:
la fatiga y el afán por el trabajo y otras ocupaciones, ofusca el criterio de
lo verdadero y lo justo. Las vacaciones son un periodo útil para reponer
fuerzas físicas, psíquicas y espirituales que posibiliten un cambio en los
aspectos de la vida que lo requieran.
2º La
reflexión: hay que buscar espacio y tiempo para pensar en uno mismo. No tengas
miedo de reencontrarte contigo y vencer la superficialidad que produce el
ajetreo de la vida ordinaria. Para ello, no olvides los Evangelios que te
ayudarán.
3º La alegre
serenidad: las diversiones distraen, los viajes alejan momentáneamente los
problemas. Pero la alegría permanente brota de tener la “casa interior” en
orden. Las vacaciones son un tiempo privilegiado para una “puesta a punto”.
4º La familia:
en una sociedad donde trabaja el padre y la madre fuera del hogar, los hijos
gozan poco de sus progenitores. El periodo vacacional puede estrechar mucho más
los lazos familiares, crecer en comunicación entre sus miembros y ayudar a
aquel que más lo necesite.
5º La amistad:
las relaciones entre los amigos necesitan su tiempo. Las vacaciones son un
momento propicio para acercar amistades, reparar olvidos, subsanar malos
entendidos, visitar al amigo enfermo y dedicar horas a disfrutar de las buenas
compañías
6º
Redescubrir la belleza de la fe: las vacaciones no se reduce a “campo,
mar o montaña”. Hay que saber captar la hermosura de las obras humanas
que nos legaron nuestros mayores. Este tiempo de asueto se puede gastar en
cultivar la sensibilidad hacia nuestro patrimonio histórico, artístico,
cultural y religioso que son expresiones de la vida de nuestros antepasados.
7º El silencio:
en él logramos percibir las voces más significativas para nuestra realización
personal. Quienes aprecian el silencio se convierten en “maestros” del escuchar
y comunicar.
8º La oración:
tan escasa por las múltiples ocupaciones, es ahora un momento para mayor
comunicación con el Señor y recibir de Él la fuerza y el estímulo para nuestro
camino diario.
9º La creación:
en la época vacacional muchas personas tienen más oportunidad de
contemplar y valorar el hermoso espectáculo que cada día nos ofrece
gratuitamente la madre naturaleza donde está tan palpable la huella del
Creador.
10º La
solidaridad: en vacaciones nunca se debe olvidar el amor a los pobres. Ello se
manifiesta en el austeridad en gasto y en el compartir, cuidando y dando
compañía a los mayores, apoyando interesantes actividades sociales y pastorales
en zonas.
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*Monseñor
Juan del Río Martín es el arzobispo castrense de España
Fuente: www.zenit.org
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